
Miguel Jerez, musicólogo y batuqero, compartió con nosotrxs el pasado 1 de mayo, Día de los Trabajadores, una bonita minga. Durante una hora y a través de Instagram (esperamos pronto vernos las caras en carne y hueso), pudimos deconstruir y repensar distintas ideas sobre lamúsica política y la apropiación cultural, centrándonos en el caso de las batucadas brasileñas.
A continuación, os dejamos un artículo escrito por Miguel. Al final, para aquellxs que sois más visuales, podéis re-visualizar la minga.
Música Política
¿Existe la música política? ¿Qué es? La pregunta es complicada de responder, todos podemos traer rápidamente a la cabeza ejemplos de música política en infinidad de contextos [1]. En esos casos estamos hablando de música que tiene significados más o menos concretos o asociados. ¿Pero esos significados son de la música de forma intrínseca o ella simplemente funciona como un vehículo, como una mercenaria? Según muchos autores y en la mayoría de los niveles de análisis de la música formal, la segunda opción es más habitual. Puede que haya algunos aspectos de la música que toda la humanidad asocie a determinados significados poco elaborados, lo cual implicaría que la música lleva ese significado sin necesidad de otras asociaciones, en ella misma. Pero esto es la menor parte de las veces y además es muy difícil analizar el significado sin la carga cultural de cada ser humano, porque todos la llevamos.
En la mayoría de los casos, la música asume significados dependientes del uso que hagamos de ella. De hecho, autores como el musicólogo Kofi Agawu [2], defienden que la música ni si quiera es un lenguaje, puesto que su código, las notas o los ritmos, no hacen referencia directa a elementos concretos de la realidad. El habla, por ejemplo, sí lo hace, el vocablo “tren” hace referencia a un medio de transporte real, pero el sonido “la” a 440hz no significa nada y, además, no lo necesita para ser útil y existir en nuestra cultura.
El hecho de que la música no sea un lenguaje, no quiere decir que no sea un sistema de comunicación y que no tenga significado. La música formal, entre otras cosas, es un recipiente que admite muchos contenidos diferentes relacionados con la creación de identidades, con la estructuración de mensajes y de significado. Desde la sociología y los estudios culturales de la música, se estudia esta manifestación sonora del ser humano como un marcador que puede revelar muchos datos sobre otras cuestiones como la identidad de género, la etnicidad, o la política. El uso que hacemos de la música, o la música que usamos, puede revelar procesos muy profundos y poco visibles a simple vista. A la vez se puede estudiar la música como un agente social más que puede impulsar cambios en esos procesos, de tal forma que la música no es sólo un resultado o una consecuencia, sino que también puede ser la causa de otros movimientos sociales, un motor de cambios.
En el caso de las batucadas, en su origen, la música estructuró e impulsó una serie de movimientos sociales muy relevantes en los años 70 en Salvador de Bahía, aunque no exclusivamente en ese momento o ese lugar.
Desde los años 60 en diferentes partes del mundo la lucha por los derechos de los afrodescendientes cobra una intensidad especial, fruto de los largos años de discriminación que llegaban a todos los rincones de la sociedad y la vida cotidiana. El movimiento del Black Power planta cara a la tradición europea de la colonización y surgen grandeslíderes (Malcom X o Martin Luther King) a través de los cuales el mensaje de “lo negro es bello” llega a todos los rincones del mundo. En África supone la independencia de la gran mayoría de los países excolonias y surgen movimientos de similar espíritu y reivindicación por todo el globo, también en Brasil.
Las características sociales e históricas de Brasil siempre hicieron que las cuestiones raciales tuviesen un papel difícil de evitar o disimular por parte de las autoridades que aun así trataron de obviar, negando la existencia o la relevancia de la población negra en el país así como su situación. Sumado a este nivel de fricciones sociales, en Brasil, al igual que en otros muchos lugares del mundo, las fiestas como las del carnaval, se viven como una necesidad, un momento en el que la libertad y la igualdad parecen estar más cerca. A pesar de ser una tradición europea, el carnaval es en Brasil durante gran parte de su historia una pieza fundamental del sistema de explotación colonial. Despresurizar la tensión durante algunas semanas no es un problema si el resto del año la población esclava está controlada, aunque el carnaval nunca estuvo exento de restricciones para según qué colectivos.
Desde el comienzo de la trata de esclavos las estrategias que surgieron desde las comunidades afrodescendientes para conseguir sus derechos fueron muchas y muy diversas, y algunas se han convertido en símbolos de lucha y resistencia como el caso del Quilombo dos Palmares. Aparecen grandes instituciones como el Frente Negro Unificado en el 78, pero mucho antes ofrecieron resistencia muchos otros movimientos desde la política, la educación, o las artes.
En 1975, un grupo de músicos negros organizados ligados a una comunidad religiosa del candomblé -religión de matriz africana- deciden salir a la calle durante el carnaval de Salvador de Bahía para reivindicar su derecho a poder disfrutar de la fiesta del mismo modo que el resto de la población. Con el tiempo, este grupo Ilé AIyê, sirvió de ejemplo a otros muchos como Badauê, Male Debale, Ara Ketu, Muzenza u Olodum. No son exclusivamente grupos musicales, sino que desarrollan actividades con su comunidad y sus barrios, habitualmente zonas desfavorecidas, con proyectos educativos, talleres de emprendimiento, de dinamización social, de información y lucha por los derechos de otros colectivos oprimidos como las mujeres, o las personas con diversidad de orientaciones sexuales o de identidad de género. Son grupos culturales cuyo centro es la música que, en este contexto es evidente y principalmente política [3]. Reivindican su derecho a poder disfrutar de la fiesta como los demás, a ocupar el espacio urbano como una forma de resistencia y lucha contra las estrategias del poder que se lo impiden de forma histórica. Así, el tambor se convierte en un arma y su música en un mensaje político en el contexto de la fiesta, que es su campo de batalla. Conseguir divertirse es la victoria.
Desde los años 70 hasta la actualidad, han ocurrido muchas cosas, entre otras, que a partir de este contexto cultural, ha surgido un movimiento musical de la gran industria musical internacional convertido en un genero musical comercial llamado Axé music, que ha sido propulsado a todo el mundo generando una industria musical potente y grandes estrellas internacionales [4]. A la vez, paralelamente y de forma simultánea, han existido otros proyectos de un calado social y político estructural, entre los más conocidos el proyecto de Carlinhos Brown, en el barrio del Candeal y su grupo Timbalada [5], o la aparición de la banda Femenina Dida, que lucha por los derechos de las mujeres desde los tambores. Muchos de esos proyectos cultivan ambas facetas, e incluso, una fomenta la otra.
Apropiación Cultural
¿Qué es la apropiación cultural? Es un concepto del que se oye hablar mucho pero que es muy difícil delimitar y ajustar a cada caso concreto. Según Jocelyne Guilbault, entre otras autoras, apropiación cultural es la explotación de recursos humanos y artísticos de una cultura dominada por parte de una cultura dominante, sin el reconocimiento adecuado y obviando el pago, y censurando elementos fundamentales para la transmisión de la identidad y del significado de esos objetos o fenómenos culturales en su contexto [6].
Los ejemplos de este fenómeno son infinitos en nuestra sociedad dominada por la globalización, y presenta problemas éticos y morales difíciles de resolver, sobre todo cuando intentamos analizar los casos concretos, como las batucadas. Todo es más complejo de lo que parece.
Una batucada en España, ¿es necesariamente una cultura dominante sobre todos los productores de este tipo de música en Brasil? El género del Axé music, ha lanzado al universo entero los ritmos que muchos grupos europeos tocan por las calles, imitándolos. ¿Esos grandes artistas y empresarios son cultura dominada? Hay que hilar fino.
Observando con perspectiva el proceso de expansión de las batucadas, es posible detectar un sistema económico de explotación de esta música a nivel europeo por parte de los músicos baianos, es decir, muchos de ellos viven (económicamente) de enseñar en Europa esa música y de recibir a europeos en Brasil para mostrarles lo que esperan encontrar, en algunos casos con bastante elaboración turística, tratando de vender una supuesta “autenticidad”. Los límites y los marcos teóricos que parecían sencillos se pierden cuando tratamos de ajustarlos a la realidad.
Sabemos que esa cultura musical en Brasil proviene de infinidad de orígenes que a su vez son recombinaciones de otros elementos… La interculturalidad no es la excepción, es la norma. Todas las culturas están hechas de préstamos.
Evidentemente, el árbol no puede impedirnos ver el bosque, y no podemos olvidar que se trata de grupos europeos haciendo música brasileña y moviendo, en algunos casos, grandes cantidades de dinero, prestigio, y otro tipo de valores sociales y simbólicos. Puede que en algunos casos tampoco se tenga conciencia de la importancia que tiene para otras personas al otro lado del océano “dar golpes a un tambor”, con seguridad en otros casos sí. ¿La intención o la información lo justifica todo? ¿y la cuestión económica? Son muchas preguntas que es imposible resolver en abstracto.
¿Deberían estos grupos en España dejar de hacer la música que hacen para empezar a cultivar la música tradicional de sus respectivas regiones? ¿Es realmente esa su cultura? Con seguridad, muchas de las personasse sentirán más identificadas con la cultura del samba reggae que tanto tocan y admiran, que con sus ritmos o músicas folclóricas, que quizás no conozcan. La apropiación cultural también existe dentro de una misma sociedad, ¿o no podría leerse en clave de apropiación cultural el revival del folk castellano de los últimos años por parte de la clase media acomodada? (“Clase media”, otro concepto que se las trae). ¿Quién de nosotros no es dominador y dominado en diferentes momentos de su vida y con respecto a diferentes personas? Todo es mucho más diverso y complejo de lo que parece, y es importante saberlo cuando me apropio de algo, pero también cuando juzgo a otros con ojos no formados e inexpertos que desconocen de lo que se habla.
Para terminar y como propuesta, quizás es más interesante tratar de pensarnos de forma más transversal y fluida para entender nuestra complejidad, ¡ojo! sin que esto signifique tener una excusa perfecta para hacer lo que nos dé la gana en todo momento... La doble moral existe y es ineludible para todos, pero tenemos que hacernos responsables de ella. Quizás todo pase por cambiar nuestra forma de juzgar a los otros y a nosotros mismos, y transformar el: “está bien/está mal”, por: “¿podría ser mejor? ¿Puedo interpretar la música brasileña “de la mejor manera posible”?” ¿Qué significa “la mejor manera posible”?
Reflexionemos… Para el último pensamiento, me gustaría traer a la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie y su fantástica conferencia La importancia de la historia única [7]. Adichie explica que juzgar al otro (el otro puede ser un pueblo, una raza, una orientación sexual, una persona o nosotras mismas) en base a una única categoría o un único rasgo es privarle de su complejidad como ser humano, en definitiva, es privarle de dignidad. Ahí está la propuesta de pensar transversal y tridimensionalmente para poder crear una realidad menos dicotómica y estructurada en binomios que se niegan entre sí, y empezar a pensar más en gamas de grises que siempre, siempre, siempre, pueden ser una poco más justas y un poco más amables para tod@s.
[1] El libro Música contra el poder. Canción popular y política en el siglo XX de Valentín Ladrero, (Madrid: La oveja roja, 2016) es un texto muy interesante lleno de ejemplos de cómo la música ha sido vehículo de infinidad de movimientos sociales.
[2] En concreto Agawu habla de este tema en The challenge of semiotics, un capitulo de Rethinking Music, editado por Nicholas Cook (un referente de la musicología posmoderna) y Mark Everist, en 1999.
[3] Existe mucha información sobre estos grupos. Recomiendo el documental Sambareggae: a arma é musical dirigido por Maira Cristina en 2010, disponible en YouTube.
[4] Todos hemos oído éxitos como La lambada, o más recientes María Capirinha o Maimbe Danda… e incluso canciones producidas fuera de Brasil como Matador de Los Fabulosos Cadillacs.
[5] Para saber más sobre el proyecto de Brown en el Candeal es imprescindible el documental de Fernando Trueba El Milagro de Candeal, de 2004.
[6] Recomiendo el video sobre apropiación cultural de la agencia AJ+ Apropiación cultural, disponible en YouTube, y el libro del que cita Everything but the burden, de Greg Tate de 2003. En ambos tratan otros ejemplos sobre la apropiación cultural muy interesantes para tener una mayor diversidad de casos.
[7] Se puede consultar esta conferencia en la web de TEDX. También existe una versión impresa del texto con el mismo nombre.
Minga 1/05 sobre Batucadas