El Islam de Senegal

Martes, 4 Febrero, 2020

Por Miguel de la Huerga Rojo

Pretendimos con esta charla-minga desmontar una serie de prejuicios y mitos sobre el Islam africano, especialmente el senegalés, reflexionar sobre cultura, religión e identidad, despejar los más que extendidos prejuicios occidentales sobre los pensamientos religiosos no judeocristianos y hacer hincapié en la naturaleza propia, rica y específica del Islam senegalés, que no fue fruto de ninguna conquista, imposición, copia o devaluación del Islam árabe.

Para comenzar poniendo las cosas en su sitio, analizamos cómo, en contra de lo normalmente asumido en países como el nuestro, el Islam no es una religión mayoritariamente árabe. El país que cuenta actualmente con mayor número de musulmanes es Indonesia (cerca de 200 millones), frente a los 30 millones de Arabia Saudita o cifras cercanas como la de Senegal (15 millones).

Los cinco pilares básicos del Islam: shadada (profesión de fe), salah (oración), swam (ayuno), zakat (limosna) y hajj (peregrinación), estructuran una serie de manifestaciones totalmente diferentes a lo ancho del mundo. Compartiendo lo básico, poco tienen que ver un Islam chíita en Irán con una Islam sunnita rural en Malí, una hermandad musulmana en Egipto, una comunidad sufí en Pakistán, una mezquita de migrantes marroquíes en España o un grupo bayefall en Senegal.

El Islam lleva presente más de 1000 años en este país de África Occidental donde el 90% de la población es musulmana. Desde la llegada al reino de Takrur en el siglo X por medio del comercio transahariano, el Islam ha sido un importante factor del desarrollo senegalés. Tras los imperios de Mali y Songhay, y la reislamización de El Hadj Oumar Tall en el siglo XIX, la religión musulmana sirvió como símbolo de identidad frente a la colonización francesa. Este movimiento identitario dio lugar a líderes pacifistas tan importantes como Amadou Bamba o Ibrahima Fall.

Senegal, el único país donde el radicalismo violento islamista jamás ha tenido representación, articula su religiosidad en cofradías. Las más importantes son la Tijaniyya y Mouridiyya, junto a la Qadiriyya y la Layèniyya. Este control social, unido a figuras como la de los marabouts (sabios y curanderos) y la nefasta gestión administrativa de un país con una gran herida colonial, da lugar a problemas tan graves como la de los niños talibés, con más de 50.000 niños sumidos en la mendicidad y semiesclavitud. Pero es la propia sociedad senegalesa la que busca solución a estos problemas, muchas veces, mediante una forma musulmana como el zakat (que hace hincapié en la economía circular, la ayuda al prójimo y la comunidad por encima del individuo).

De igual manera, el Islam de Senegal impulsa la creatividad y la festividad, dando lugar a un sinfín de celebraciones sociales y culturales como la Tabaski, la Tajabone, los Maghal (encuentros) o la música y arte bayefall.

El Islam es un mosaico de culturas donde, pese a conductas de control social, paternalismo y machismo (que por otro lado también aparecen en casi todas las demás religiones mundiales), se dan de forma mayoritaria valores de comunidad, apoyo mutuo, espiritualidad y pacifismo frente a una reducida presencia de radicalismo e intolerancia, que de forma ignorante se tiende a amplificar en Occidente. Conozcamos, valoremos y dudemos, porque si se duda, no se puede odiar.